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Packaging contra el desperdicio alimentario

  • Publicado el 14 de Noviembre de 2017

Cada año se desperdicia un tercio de la producción mundial de alimentos. Las repercusiones de tal desecho no son solo económicas, sino también medioambientales, con unos 170 millones de toneladas de CO2 emitidos para la producción de esos alimentos desechados.

Y las perspectivas de futuro no son mejores. Se espera que en el año 2050 la población mundial crezca hasta los 9.500 millones de habitantes, lo que obligaría a incrementar un 60% la producción de alimentos. De mantener los ratios actuales de alimentos no consumidos, el sistema sería insostenible.

Uno de los elementos que se ha mostrado más eficaz en la reducción del desperdicio alimentario es el packaging. En los últimos años, la industria alimentaria ha dejado de ver el envasado como un simple contenedor del producto para concebirlo como una parte fundamental para su conservación y la extensión de su vida útil. "El packaging es como un traje a medida del producto; existe una relación entre el embalaje y el alimento que contendrá a través de un análisis previo sobre sus riesgos de deterioro, el proceso de distribución por el que pasará y sobre las condiciones necesarias para maximizar su durabilidad", explica el responsable del departamento de Tecnologías de Envases de AINIA, Carlos Enguix.

En esta relación, el alimento presenta unos plazos de deterioro marcados y el packaging tiene la función de estirarlos. Para lograrlo, la industria analiza los factores que perjudican al producto, como atmósferas modificadas o cargas microbiológicas dañinas, y ofrece las soluciones más óptimas para minimizar su efecto.

Soluciones innovadoras

Las opciones aportadas por la industria para reducir el desperdicio alimentario son múltiples. "Algunas tratan de crear barreras y garantizar una atmósfera adecuada para el producto, mientras que otros alimentos requieren de procesos de vacío, tratamientos térmicos o un control del ambiente del envasado, garantizando un entorno estéril para los productos sensibles a los microorganismos", enumera Enguix.

En este último caso tienen un papel fundamental los envases activos, que garantizan el sellado del packaging para evitar la entrada de sustancias dañinas y, a la vez, tienen la capacidad de aportar elementos como antioxidantes o anuladores de humedad, que influyen a favor en la durabilidad del alimento.


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Otra opción innovadora es la aplicación de etiquetas inteligentes, capaces de aportar información sobre el estado del producto. "Es una cuestión polémica, ya que las condiciones del alimento pueden cambiar en el tránsito que va desde la salida de su lugar del producción, hasta los lineales del supermercado y, finalmente, el hogar del consumidor, sin que esto signifique que el producto ha dejado de ser apto para el consumo". Es por eso que el experto advierte que estas etiquetas inteligentes "no pueden ser sustitutivas de las fechas de caducidad o de consumo preferente recomendadas por el fabricante".

Enguix prevé que en el futuro se normalizará el uso de etiquetas inteligentes que informarán al usuario sobre los alérgenos del producto, su procedencia y su estado en tiempo real. Mientras eso llega, esta solución ha encontrado su espacio en la cadena de distribución. "En la industria tienen un papel importante para el control de stocks y para obtener información sobre la evolución del alimento, las condiciones óptimas para su tratamiento y conservación y, además, resulta más barato aplicar esta tecnología en un conjunto de productos que en unidades, tal y como las encuentra el consumidor en el supermercado".

En la actualidad, el 19 % del desperdicio alimentario se produce en la fase de procesamiento de alimentos, y la aplicación de estas etiquetas inteligentes debe ser un elemento clave para reducir esta cifra.

Junto a estas soluciones innovadoras, Enguix remarca la necesidad de evolucionar también en los formatos más básicos. "El sistema de vaciado actual de los envases de salsa, por ejemplo, complica la extracción del producto y provoca que, de media, tiremos el 25% de su contenido. Debemos mirar también las formas de consumo de productos como los embutidos, que, una vez abiertos, se secan con facilidad. El desarrollo de envases recerrables o la creación de packs de consumo único reducirían drásticamente el desperdicio del alimento".

Estas soluciones más elementales permitirían disminuir el desperdicio de alimentos allí donde más se produce: en los hogares. Según datos de la Unión Europea, el 53% de los residuos alimentarios se originan en casa de los consumidores. El experto de AINIA considera que esta cifra indica el reto que tiene ante sí la industria de hacer "pedagogía de la población" y considera que el primer paso es "enseñar qué significan las fechas de caducidad y de consumo preferente para evitar que productos en buen estado acaben siendo desechados".

A pesar de la variedad de opciones, el experto considera que "no hay un sistema más eficaz por definición", y repite la máxima del packaging como un traje a medida para cada alimento. "El envase activo puede ser muy adecuado para un producto cárnico, ya que reducirá el impacto microbiótico, pero para unas patatas chips los mejor es la combinación de un sistema antihumedad, que evite la oxidación, y la aplicación de aluminio en el interior para barrar la entrada de luz", argumenta.


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Una correcta relación packaging-alimento supone un trabajo de equilibro en el que el envase debe garantizar la perfecta conservación del producto para preservar el consumo seguro de los compradores.

Algunos datos sobre España

  • Un 1,79 % de los productos alimentarios no llega nunca a comercializarse. Las razones son varias: deterioro de los envases y embalajes, errores de etiquetado, cercanía de la fecha de consumo…
  • Los hogares españoles tiran anualmente 2,9 millones de toneladas alimentos.
  • El 41 % de los consumidores españoles desperdicia cantidades considerables de comida y el 70 % de ellos lo atribuye al descuido o la pereza.
  • Lo que más se tira es: fruta y verdura, pan y comidas preparadas. Le siguen carnes, lácteos y pescados.
  • El olvido de alimentos en la nevera (54 %) despensa (31 %) o congelador (14 %) hasta que caducan o se estropean es el principal motivo por el que se desecha comida.

Fuente: Hispack. Estudio Foodwaste: Hábitos de aprovechamiento de la alimentación en los españoles de Aecoc

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