Domino da respuesta al aumento de los productos falsificados y al riesgo que conllevan
- Publicado el 09 de Enero de 2024
Los productos falsificados no son nada nuevo, pero, hoy en día, en vista del auge incesante y las repercusiones de la cultura de los «influencers», así como el aumento de la vulnerabilidad del mercado, suponen una mayor amenaza. Además, el incremento del costo de vida sigue haciéndose notar, y los consumidores reciben cada vez más publicidad de productos de consumo (incluidas falsificaciones) a través de las redes sociales. Adem Kulauzovic, Director of Automation de Domino, explica cómo pueden proteger las marcas sus negocios contra el comercio ilícito y concienciar al consumidor sobre los riesgos relacionados con los productos falsificados.
En todo el mundo, se calcula que las ventas totales de falsificaciones ascienden cada año a entre 1,7 y 4,5 billones de dólares. Los productos falsificados representan el 5 % de todos los productos importados en la UE y, en determinadas regiones, podrían constituir hasta el 40 % de todos los productos vendidos. Aunque la falsificación no es un problema nuevo, no cabe duda de que está aumentando. Los datos de The Pharmaceutical Security Institute indican que el tráfico ilegal de fármacos en 137 países aumentó en un 38 % entre 2016 y 2020, la mayoría de los cuales están destinados a Norteamérica, la región de Asia-Pacífico y Latinoamérica, respectivamente.
Al comprar productos falsificados en Internet, la gente joven es particularmente vulnerable, ya que está motivada por la falta de poder adquisitivo en comparación con generaciones anteriores, el aumento de precios de las marcas de lujo, las dificultades financieras fruto de la economía y la «cultura del ahorro». De hecho, entre las 22.021 personas de entre 15 y 24 años que la Oficina de Propiedad Intelectual de la UE encuestó en 2022, el 37 % de los participantes declaró haber comprado al menos un producto falso en los 12 meses anteriores, lo que representa un incremento con respecto al 14 % registrado en 2019.
Materiales y productos falsificados
Los productos falsificados se pueden dividir en dos categorías: engañosos y no engañosos. Un producto falsificado no engañoso se puede identificar fácilmente por su precio, su calidad y el lugar donde se vende. Por ejemplo, los consumidores ya saben cuándo compran productos a ciertos vendedores online que ofrecen marcas de lujo a precios muy por debajo de su precio de venta al público.
En 2021, un informe de la Oficina de Propiedad Intelectual determinó que el papel de los influencers era determinante para que el consumidor comprara productos falsificados no engañosos. De las 1000 mujeres de entre 16 y 60 años encuestadas, el 13 % dijo que la promoción en las redes sociales le había llevado a comprar productos falsificados, mientras que algunos sitios web publicitan activamente «copias» en las redes sociales.
Por el contrario, los productos falsificados engañosos suelen ser idénticos a los productos auténticos en cuanto al precio y el envase, pero no en lo que respecta a la calidad. Los consumidores efectúan un pedido de un artículo que creen que es auténtico, pero lo que reciben es otra cosa: algo con una calidad inferior que puede romperse al cabo de unas pocas semanas y, en el peor de los casos, provocarles daños directos.
Una prueba realizada hace poco por la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de los Estados Unidos sugiere que dos de cada cinco productos de marca que se venden por Internet a través de terceros minoristas pueden ser falsificados. Otros estudios indican que más del 25 % de los consumidores ha comprado sin saber productos falsificados a través de Internet.
Los productos falsificados no se limitan a marcas de diseño, electrónica y moda de alta gama. Algunos de los productos falsificados más comunes en el mercado incluyen medicamentos, suplementos, cosméticos y productos para el cuidado de la piel y, estos últimos, son promocionados activamente por los influencers.
El impacto para las empresas y los consumidores
La fabricación y la venta de productos falsificados pueden afectar a una empresa de muchas formas, desde una pérdida inicial de ventas hasta daños en las relaciones con sus socios comerciales. Los falsificadores también obligan a las empresas legítimas a enfrentarse a las consecuencias de las falsificaciones, lo que requiere inversiones cuantiosas tanto en tiempo como en dinero.
Los productos falsificados suponen una amenaza considerable para los consumidores. Un lápiz labial o un perfume falsificado podría parecer algo inocente, pero ese tipo de productos suelen contener ingredientes nocivos por lo que resultan totalmente inadecuados para su uso y pueden tener incluso efectos potencialmente graves.
De hecho, los cosméticos se encuentran entre los productos falsificados más peligrosos. En los últimos años, se han detectado en los cosméticos falsos materiales peligrosos, como «cianuro, arsénico, mercurio, plomo, orina y excrementos de rata». Las cifras del Consejo Nacional para la Prevención del Crimen (NCPC) señalan que los productos falsos provocan alrededor de 70 muertes y 350 000 lesiones graves cada año en los Estados Unidos.
Adoptar medidas entre todos
El enfoque más eficaz para combatir la falsificación es la colaboración, mediante la cual los socios de la cadena de suministro, los consumidores y las autoridades trabajen juntos para detectar productos falsificados, compartan información y persigan a los culpables. Para las empresas, un excelente punto de partida es asegurarse de que los productos tengan identificadores únicos que se puedan utilizar para verificar la legitimidad de un producto, así como la trazabilidad y autenticidad de sus materiales e ingredientes suministrados.
En los últimos años, se han implementado nuevas leyes en todo el mundo que exigen el uso de identificadores únicos y la serialización a nivel de producto en sectores específicos, incluidos los medicamentos de venta con receta, dispositivos médicos, tabaco y fármacos de venta sin receta, para facilitar el seguimiento y la trazabilidad, e impedir la permanencia de productos ilegales, robados o falsificados en la cadena de suministro.
Estas normativas se apoyan en bases de datos y sistemas que facilitan el seguimiento y la trazabilidad de productos serializados y que permiten a los minoristas verificar la eficacia de sus productos. La misma tecnología puede utilizarse como mejor práctica para proporcionar esa misma capacidad a socios logísticos, minoristas y consumidores, tanto si una marca está obligada a ello por ley como si no.
Los consumidores pueden utilizar un código QR o código DataMatrix serializado y legible en un teléfono inteligente como medio para verificar la autenticidad de un producto. Una vez en el envase del producto, un código 2D puede remitir a los consumidores a un sitio web donde comprobar su legitimidad. Los falsificadores pueden reproducir fácilmente el aspecto y el estilo del envase de un producto, pero no pueden crear un código QR con una serialización única y válida capaz de engañar a los sistemas legítimos para que los valide como «auténticos».
A las empresas pequeñas, la adopción de estas soluciones les resultaba algo inviable e inalcanzable, dados los enormes gastos y esfuerzos que conlleva la gestión de códigos serializados para realizar un seguimiento eficaz del producto a lo largo de la cadena de suministro. Sin embargo, en la actualidad, cada vez más proveedores de logística reconocen la importancia de defender la reputación de la marca de sus proveedores. Por ese motivo, muchos de ellos ofrecen ahora servicios, como Amazon Transparency, que proporcionan números únicos y realizan el seguimiento de esos números a través de sus envíos por un módico precio.
A su vez, las empresas de tecnología especializadas en servicios de trazabilidad están experimentando un rápido crecimiento y ofrecen amplias soluciones instantáneas que se integran a la perfección en las líneas de producción existentes. Aunque la idea podría parecer en un principio económicamente prohibitiva, muchos proveedores presentan alternativas viables al suministrar hardware, asistencia y mantenimiento general para sus paquetes de trazabilidad con una cuota mensual accesible. Este cambio de gastos de capital a gastos operativos ha democratizado la accesibilidad de las medidas avanzadas de trazabilidad para muchos.
En definitiva, la lucha contra la falsificación es internacional y abarca todos los sectores, desde productos industriales, electrónicos o automotrices hasta alimentos, bebidas, fármacos y artículos de higiene personal. Actualmente, con la presión económica sobre el costo de vida y el auge de la cultura de los influencers a través de las redes sociales, el riesgo de los productos falsificados es más tangible que nunca.
Por eso, facilitar la trazabilidad y la transparencia en las cadenas de suministro mundiales y aumentar la concientización del consumidor sobre la autenticidad del producto será fundamental tanto en los sectores regulados como en los no regulados. Las marcas, para seguir siendo resilientes, deberán colaborar con los socios de la cadena de suministro a fin de combatir la falsificación a través de la identificación del producto y el intercambio de datos.